La educación inclusiva es aquella que se ampara en el paradigma de ofrecer igualdad de oportunidades educativas para todas las personas que intervienen en el proceso educativo (Porter y Stone, 2000). Éstas oportunidades se traducen, fundamentalmente, en dar una respuesta de aprendizaje acorde a las necesidades de cada educando (Porras, González y Acosta, 2005), de desarrollar nuevas respuestas didácticas que estimulen y fomenten la participación de todos los alumnos, con el fin de fomentar su progreso académico y personal.
La escuela inclusiva abarca la diversidad cultural que tenemos actualmente en las aulas, producto en unos casos de la inmigración, en otros de factores genéticos o metabólicos y en la mayoría de aspectos socioculturales. Así, la presencia de alumnado diverso en las aulas, de índole: cultural, lingüística, religiosa, ideológica o en el caso de alumnos con necesidades educativas especiales. Por lo tanto, se hace necesario atender a la diversidad para que uno de los principios básicos (UNESCO; 2009) se hagan realidad: oportunidad e igualdad para todos, es decir, una escuela para todos. De ahí que hablar de educación inclusiva desde la cultura escolar, requiera estar dispuestos a cambiar nuestras metodologías pedagógicas para que cada vez sean prácticas menos segregadoras y más humanizantes.
Así mismo es importante recalcar la importancia de la implementación de nuevas estrategias metodológicas en la educación, ya que de ahí también depende la mejoría en el proceso de la educación, es por eso, que el profesorado y las escuelas ordinarias deben estar preparados para ofrecer tales oportunidades a cualquier alumno, pues todos tienen el mismo derecho a una educación de calidad, en convivencia y adaptada a sus propias necesidades (Alonso y Araoz, 2011).
Las barreras más frecuentes son: Las derivadas de ideologías discriminatorias, barreras en la permanencia y progresión entre las diferentes modalidades y etapas educativas, barreras que afectan a los recursos para la educación inclusiva, barreras de información y formación del profesorado y agentes educativos, barreras de acceso a la escolarización. Las cuales no son impedimento para llevar a cabo una educación con una base sólida sobre la igualdad de los derechos humanos, sin distinción alguna, la educación que se imparte debe ser integra para que de esa manera pueda verse reflejada la inclusión.
Hay que tener en cuenta que la educación no hace parte solamente del recinto educativo, sino, también en todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos.
Docente: Tatiana García Riatiga